LAS CALLES SE METEN EN LA AGENDA CON LAS MUJERES COMO PROTAGONISTAS
El 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Y lo hacemos de modo especial: con un paro internacional de mujeres. Llenaremos las calles reclamando en todos los ámbitos en donde estamos presentes, que se respeten nuestros derechos. Ya son 50 los países que se sumaron a la iniciativa con la consigna “la Tierra Tiembla” porque vivimos en una sociedad que continúa discriminando a las niñas y mujeres.
La Red de Género de ADPRA invita a adherir al paro y a la marcha por muchos motivos:
• en defensa de nuestros derechos, porque queremos que se respeten y se amplíen
• porque podemos hacerlo y es una obligación moral hacerlo por las que ya no están, las víctimas de femicidios; por las que no son libres, por las que tienen miedo, por las que sufren violencias; por aquellas que tienen trabajos precarios o temen perderlos. También por las que perdieron el empleo
• porque queremos un mundo mas justo e igualitario
• porque nuestras instituciones protegen y promueven derechos humanos, fundamentalmente los de colectivos históricamente oprimidos
• Porque trabajamos con los principios rectores de los Derechos Humanos: igualdad y no discriminación
• porque es nuestro deber seguir reclamando al Estado, ya sea Nacional, Provincial o Municipal, que incorporen la perspectiva de género en cada rincón de de la administración pública porque de otro modo el Estado va a reproducir desigualdad y es él el responsable de garantizar derechos y de elaborar políticas públicas tendientes a ello
• porque exigimos presupuestos que permitan encaminarnos a corregir este sistema injusto
• porque sabemos que el cambio es cultural y requiere de tiempo pero sólo en la medida que existan compromisos políticos se puede combatir el sistema patriarcal que genera todas las formas de violencias hacia las mujeres. Compartimos con la escritora Marta Dillon, integrante del espacio Ni Una Menos, que somos parte de de un movimiento “que está generando una revolución sensible”.
• porque las mujeres trabajamos más y ganamos menos.
• porque el número de desocupadas en mayor al de desocupados, la subocupación y precarización laboral se acrecientan en contextos de ajuste, impactando duramente en mujeres jefas de familia.
• porque el “techo de cristal” y el “piso pegajoso” son características vigentes en el mercado de trabajo para las mujeres, aquí, en el país y en América Latina.
• porque no existe un sistema nacional, provincial y municipal de cuidados que permita optimizar el escaso tiempo con que cuentan las mujeres ( sobre todo las de bajos recursos) que suman a la doble jornada de trabajo, una triple jornada cuando trabajan para su comunidad, militan o estudian. Y porque empresas privadas incumplen con la obligación de garantizar espacios destinados al cuidado de hijos e hijas de trabajadores.
• porque las mujeres ocupan un promedio de 4 horas 17 minutos más que el varón en tareas en el hogar, y lo hacen tanto las mujeres ocupadas como las desocupadas.
• porque después de medio siglo de crecimiento sostenido se registra una desaceleración en el ingreso de las mujeres al mercado de trabajo, especialmente en mujeres casadas y unidas y pertenecientes a hogares vulnerables en Latinoamérica. Y, por otra parte, la reducción de la desigualdad de la década pasada no se vio acompañada por un reparto más equitativo de la apropiación del capital y del trabajo como señala el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL.
• porque la división sexual del trabajo es un hecho y en mucho determinante de la pobreza relativa.
• porque la desigualdad echa raíces en la historia que funda, prontamente, un sistema patriarcal en el que el hombre está en un lugar de privilegio y la mujer en el lugar de subalternidad. El capitalismo, como modo de producción, también convive con esa otra realidad (el patriarcado) que capilarmente se fortalece y se instituye a través del derecho y la cultura. Legislación y prácticas sociales mantienen esa relación de desigualdad, en la que la “diferencia sexual” interviene en el complejo proceso de construcción de significados, estableciendo una jerarquía de poder en la que ellas siguen discriminadas.
• porque si bien el trabajo tiene un carácter emancipatorio para las mujeres a lo largo de la historia, no se transita sin dificultades. Aún hoy la sociedad exhorta al varón a ser el proveedor y juzga a las mujeres cuando “desertan del hogar” para salir al espacio público a ganar su sustento.
• porque la brecha salarial entre hombres y mujeres a nivel mundial se estima en 23%. En Argentina promedia un 27% y en la Patagonia muestra cifras récord que alcanzan el 40% por efecto de los sueldos en el sector petrolero. También se repite esta cifra en los sueldos de altos cargos en Argentina; por ejemplo, solo el 7% de los altos cargos ejecutivos (CEO) en empresas están ocupados por mujeres y aquí la brecha salarial asciende a más de 40%.
• porque, en promedio, las mujeres están percibiendo alrededor de un 30% menos de salario, violando el principio de igual remuneración por igual tarea consagrado en el artículo 14 bis de nuestra Constitución y en la Convención Internacional contra la Discriminación de la Mujer (CEDAW) y su Protocolo Facultativo adoptado por nuestro país en marzo de 2007.
• porque hoy no se garantiza la Educación Sexual Integral en todas las escuelas ni el acceso a derechos reproductivos, con provincias que tienen altísimas tases de embarazo en la adolescencia como lo señala UNICEF.
• porque en el mundo más del 40% de las mujeres tienen trabajos informales. Otro porcentaje tiene trabajo precarizado o se concentra en el sector servicios, que a nivel mundial aumentó en 20 años 20 puntos, pasando del 41, 1% al 61,5 % y persisten lo que se llaman “ocupaciones feminizadas” como en el sector educación y salud; aun cuando el techo de cristal siga existiendo en ambos sectores. Otro de los fenómenos que se advierten al analizar el empleo femenino es aquel que señala que casi el 60% de las mujeres a escala mundial trabajan a tiempo parcial, lo que implica que se jubilarán en peores condiciones que los varones, cuando las mujeres- además- viven más tiempo.
• porque en el sector privado en Argentina, se advierte que la tasa de empleo no registrado es superior en mujeres que en varones y otro dato: el principal componente del empleo precario entre las mujeres es el trabajo en casas particulares que, pese a la Ley sancionada en favor de este sector durante el segundo gobierno de Cristina Fernández, aun evidencia un alto grado de no registración y representa el 22, 7% de las asalariadas totales.
• porque no se respeta el cupo sindical y se restringe y obstaculiza la participación política de las mujeres
• porque no se implementan Planes de Igualdad de Oportunidades
• porque aumentó 55% el número de hogares con jefas mujeres según un informe publicado en forma conjunta por la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En 1990 uno de cada cinco hogares argentinos tenía como jefe de hogar a una mujer. Hoy en día, la relación asciende a un tercio de las familias. En líneas generales, el informe destaca el incremento de la participación de los hogares liderados por mujeres en todos los países de la región. Y precisa que las familias con jefatura femenina representan hoy un 30% del total de los hogares latinoamericanos. En la Argentina, a comienzos de la década pasada el 21% de los hogares eran comandados por mujeres. Las últimas cifras indican que la participación se elevó a 32,5%, es decir que prácticamente 1 de cada 3 familias nacionales cuenta con jefatura femenina.
Desde rol del Estado es fundamental para cambiar pautas culturales, fomentando- por ejemplo- políticas de corresponsabilidad y el algunos casos como Uruguay y Costa Rica, creando sistemas nacionales de cuidados. Para ello es fundamental aumentar el presupuesto destinado a emprender un cambio cultural serio en todas las áreas del Estado que opere como dispositivo de prevención. Compartimos con la socióloga uruguaya Bidegain Ponte, que el rol del Estado en fundamental para una “redistribución del poder, de la riqueza y del tiempo”.
Recordamos desde la Red de Género de ADPRA el aspecto legal que es fundamental respetar desde instituciones como las Defensorías del Pueblo. Como señala la Dra. Laura Pautassi: “…No solamente la CEDAW aborda cuestiones de discriminación, sino que todos los instrumentos jurídicos internacionales contemplan la igualdad y la equidad en el tratamiento de varones y mujeres. A su vez, ratificar un tratado o pacto de derechos humanos no tiene como único objeto servir de complemento a la parte dogmática de la Constitución de un Estado, sino que, necesariamente, implica condicionar el ejercicio de todo el poder público, incluido el que ejerce el Poder Judicial, al pleno respeto y garantía de estos instrumentos.
“Dada la jerarquía constitucional otorgada a los tratados de derechos humanos, como la que otorga la Constitución Argentina tras su reforma de 1994, su violación constituye no sólo un supuesto de responsabilidad internacional del Estado sino, también, la violación de la Constitución misma.
“Sin lugar a dudas, este andamiaje jurídico- político necesita de acciones y políticas que claramente incorporen la igualdad y que no resulten discriminatorias, situaciones que en el ámbito del trabajo (productivo y reproductivo) no se encuentran todavía garantizado en los hechos…”
Por todos estos motivos llamamos a sumarnos a esta jornada histórica del 8M, en el que estaremos junt@s reclamando por nuestros derechos.-
Dra. Andrea Galaverna
Coordinadora Red de Género de ADPRA