“Buenas tardes, gracias por la invitación. Tema complicado, trataba de pensar cuando se convocó a disertar. El motivo oficial sería “Congreso Internacional en Planificación y Gestión de Políticas de Seguridad Pública” y yo pensaba, por lo menos es mi costumbre, en primer lugar tener en cuenta a quién va dirigido, cuál es el sentido de un evento como éste; y por otro, qué voy a decir, quiero decir, qué nivel de compromiso ideológico voy a tener con el tema. En este caso, yo elegí un tópico que en el avión modifiqué, en realidad agregué algo que no estaba. Mi título es “Jóvenes vulnerables, de las garantías a los linchamientos”, es decir, ese abismo que hay entre lo formal, que son las garantías que todos los países le dan a los jóvenes y a los niños y la brutal realidad que es un linchamiento cuando un chico viola la ley. De modo que, entre ese extremo, de la garantía formal y un linchamiento hay un abismo muy grande que por supuesto en este rato no voy a poder abordar pero sí lo que pensé cuando venía para acá tiene que ver con algo que estaba faltando de mi parte, por lo menos, que era ubicar en el contexto adecuado el tópico concreto. Cuando nosotros vamos a hablar de jóvenes vulnerables y luego de esa garantía formal y el vacío entre la garantía y la realidad cotidiana que no es la mejor, no es la felicidad de los niños, lo que muchas veces nos gustaría que fueran. Entonces pensé que para poder llegar a entender la distancia entre la teoría legal, todos sabemos y no sólo los argentinos, lo saben en otros países que Argentina tiene una legislación extraordinaria. Podemos seguir legislando cada vez mejor pero con lo que tenemos alcanza y sobra para que los niños puedan estar mejor. Me pregunto, entonces, por qué si tenemos la cultura y la salud mental para elaborar leyes buenas ¿qué pasa en el camino que la realidad es otra?.
Voy a tratar en un ratito de dar mi punto de vista sobre esto. Sobre todo arrancando con lo que creo que es inevitable, saber cómo se llega al año 2014 hablando de seguridad. Como decía la Alcaldesa de Toluca, cómo llegan los niños a transformarse en vulnerables. En el caso de Argentina, y ustedes de países vecinos saben que en la década del ´70 hubo un proyecto económico, neoliberal y que tuvo una unidad y que le ha ido bien en instaurar un sistema económico injusto y desigual y sabían, no sólo en Argentina sino en la región que ese proyecto iba a tener a mucha gente que no iba a estar de acuerdo y entonces se decidió qué se iba a hacer con esa gente que no iba a estar de acuerdo con ese proyecto de desigualdad. Se decidió- entonces- que se los iba a secuestrar, se los iba a torturar, se los iba a desaparecer y se los iba a matar. Eso es lo que se llama Terrorismo de Estado, eso fue el Plan Cóndor, eso es lo que pasó en esta región, porque no fue un problema argentino, fue un problema regional.
Y me pareció importante, y por eso lo incorporo, porque me parece casi imposible tratar adecuadamente entender qué le pasa a un chico de 14 años que- con todo respeto- termina haciendo un grafiti sobre una pared recién pintada pero que para hacer ese grafiti tiene toda una historia, una historia él, una historia sus padres, sus vecinos, y ese Terrorismo de Estado que se forjó para poder oponerse a las personas que no querían ese proyecto económico y que tuvo como base nada menos que una doctrina que tiene un nombre parecido al que nos convoca hoy, la Doctrina de la Seguridad Nacional.
En el nombre de la Doctrina de la Seguridad Nacional nuestro país secuestró, torturó y mató. Esto que se hizo, que no se le hizo a toda la sociedad, se seleccionó de una manera muy heterogénea, porque se seleccionó al sector estudiantil, obrero, empresario- no cualquiera, sólo algunos, docentes, sectores de la sociedad que por su posicionamiento político o ideológico podían oponerse a ese proyecto. A ese sector se lo persiguió, estigmatizó y en muchísimos casos se lo asesinó. Pero, ese diseño que se hizo y que se llamó Doctrina de la Seguridad Nacional, generó además de las tragedias que muchos de nosotros conocemos, una multiplicación. Voy a contar algo que creo que ya conté acá hace un par de años en la Biblioteca Sarmiento y que se vincula a la primer sentencia que se dictó después de 30 años que es de una obra de teatro que se llamó el Sr. Galíndez, del dramaturgo, actor y psicoanalista argentino, Eduardo Pavloski, al represor le hizo decir ( a Galíndez) ´nosotros por cada uno que tocamos tenemos mil aterrorizados. Trabajamos por irradiación.´
Esto que me pareció muy impresionante, revivirlo 30 años después que fue escrito, nos ayuda a entender por qué nos lleva décadas volver a la normalidad, volver con generaciones de niños que han vivido una infancia muy especial, que sus padres han vivido una infancia muy especial, y nos está llevando a los argentinos por lo menos, más de 30 años después a desandar ese camino de irradiación de terror que incide no sólo en las víctimas directas, no sobre los familiares solamente, sino en el resto de la sociedad porque si tomamos en cuenta esa cifra, y pensamos que en Argentina hubo 30 mil desaparecidos, nos afecta a millones de personas que estamos atravesados por esa brutalidad.
Y esa es una marca cultural muy profunda y que cada uno lleva encima, y nos va a condicionar a la hora de pensar políticas públicas. De otro modo vamos a diseñar políticas públicas en base en una fantasía, vamos a diseñar políticas públicas que puede ser poético, romántico y muy simpático, pero que en la práctica no le resuelve la vida al niño que no entiende qué les pasó a sus padres, o que sabe qué le pasa a sus padres que son personas altísimamente vulnerables, o que vive violencia dentro de su familia, o que es abusado dentro de su familia, o que es estigmatizado en la sociedad. Si los números esos no los tenemos en cuenta- modestamente- desde mi opinión- olvidémonos de diseñar políticas públicas adecuadas.
La consecuencia de esa irradiación, para decirlo en tres ítems muy sintéticos son: 1) la pérdida de empatía. Ese tipo de violencia estatal generó en nuestras sociedades una importante pérdida de empatía, en términos de ponerse en el lugar del otro, en sus zapatos. Perder la posibilidad de perder empatía es un daño social extraordinario. 2) aumento de la insensibilidad ante la injusticia. Es decir, el propio Estado logró en nuestro país que una parte importante del país se volviera insensible a la injusticia en todo sentido, entonces pasamos delante de algo que está sucediendo y no nos mueve, no nos con-mueve. 3) la anomia. Y esto tiene que ver con lo que pasa con los niños y con los jóvenes porque también consecuencia de ese terrorismo de estado de décadas en Argentina y en la región, ocasiona u ocasionó que muchos de los integrantes de nuestra sociedad tengamos una actitud de anomia, de tenue o nula adhesión a la norma. Por eso es tan difícil después dictar una norma y decir cumplalá, porque hay que reunir muchos requisitos para que ese individuo pueda cumplirla, entre ellas no infringir otra ley, y si ha infringido una ley y tiene una edad que supera la de inimputabilidad, supongamos en Argentina 16, 17 años, para la Convención de los Derechos del Niño mal que les pese a muchos siguen siendo niños, puede ser grandote, violento, un energúmeno, capaz de cometer cualquier delito, pero sigue siendo niño. Que nosotros no tengamos recursos para atenderlo adecuadamente y transformarlo en una persona no violenta es otro problema. No le vamos a cambiar la edad evolutiva porque se nos ocurre decir que no es más niño bajándole la edad de imputabilidad, este es un tema muy fuerte para tratar…
Y esa anomia, si no la tenemos como integrante de las cosas que nos pasaron, no nos va a permitir desarrollar la política que haga que la sociedad cumpla con las normas. No se trata sólo de pasar el semáforo en rojo, hoy quien va a La Plata se da cuenta que la luz roja es como si no existiera, pero es para preguntarse qué le pasa al conductor que esa luz roja no le hace frenar. Hay toda una historia atrás de eso.
Y en el caso concreto de los niños y de los jóvenes hay también algo que dejo planteado que tiene que ver con la seguridad, y básicamente con la ideología que hay detrás de cada una de las políticas públicas que se lleven adelante, que tiene que ver con el paso de la doctrina del Patronato a la doctrina de la Protección Integral, esto es algo central en niñez y adolescencia, si nosotros no abandonamos el modelo del patronato- y no es un problema argentino- no vamos a poder hablar de la Convención de los Derechos del Niño, no alcanza con sancionarla. Yo estoy orgulloso que Argentina y todos los países- para aquel que no lo sepa hay un solo país en el planeta que no la ratificó y es EEUU- la ratificaron. Ahora hay que analizar por qué esas normas tan claras, tan positivas, tan buenas, tan progresistas, no se apliquen en la práctica. Y el obstáculo está en el Estado, en cada uno de los tres poderes del Estado, con una diferencia fundamental que lo dejo planteado, en nuestros países, al menos en la región, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo se renuevan, pero el Poder Judicial no. Estamos frente a quien tiene que aplicar la norma, que integra un poder corporativo, que es de por vida, que no se renueva, que cuando la Argentina va a un intento muy serio legislativo, porque ha habido una conducta legislativa extraordinaria aprobando leyes para que esto pueda modificarse, al menos el sistema de elección, pero fue abortado. En el Poder Judicial la resistencia al cambio es tan fuerte que se hace extremadamente difícil ya no sólo renovarse como poder judicial, se hace difícil dejar de ser conservador, reaccionario, hace difícil aplicar la Convención, porque cuando miramos el artículo 12 de la Convención que habla del derecho del niño a ser escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo, la Convención dice escucharlo, no dice oírlo. Eso es crear las condiciones para que pueda hablar, y me refiero a los niños víctimas de la cantidad de delitos que sufren, como a los niños que han cometido hechos, que están en conflicto con la ley, porque ellos también tienen ese derecho y cuando eso no ocurre es porque en el propio sistema hay un obstáculo que claramente es ideológico. Esta es la dificultad más importante para ponerte a pensar una política pública, por lo menos en materia de niños y jóvenes, aunque igualmente aplicable a adultos.
Comecé hablando de ese abismo entre las leyes y la realidad, hablé de los linchamientos que en Argentina se han concretado hace un tiempo, afortunadamente se frenó, el aporte que han hecho los medios masivos, no para mejorar sino para empeorar, algunos medios de difusión, en relación a esto traje la Observación General 10 de Naciones Unidas, el número 96 de esta Observación dice: ´Los medios de comunicación suelen transmitir una imagen negativa de los niños que delinquen, lo cual contribuye a que se formen estereotipos discriminatorios y negativos de ellos y a menudo de los niños en general.” Y esto es así, porque el mensaje que transmiten desde muchos medios de comunicación es la demonización de muchas de esas personas.
Yo voy a contar una anécdota de aquí de Bariloche, de cuando era juez de la Cámara del Crimen, y tuvimos que hace un juicio de los tantos que hicimos de delitos muy graves, y los acusados eran dos jóvenes que habían matado a una persona, eran dos hermanos, hicimos el juicio y para lo que no lo saben en el derecho argentino cuando un joven menor de 18 años comete un delito grave se le hace juicio, no para condenarlo o absolverlo sino para ver si es culpable o inocente. Si es culpable se declara la responsabilidad y luego, de un tratamiento de un año se hace una audiencia con el mismo joven y se ve qué pasó en ese año. Y ahí se decide qué se hace con él. Me parece absolutamente ilustrativo porque sucedió en esta misma ciudad hace muchos años. Cuando hacemos ese juicio queda claro que son responsables. El problema era que en esta ciudad, en ese momento, tenía una alcaidía en la cual en una situación dramática, miserable, los menores dormían 5 en tres camas, esto comprobado, bueno en esas condiciones, nosotros con los otros dos colegas nos sentamos a decidir qué hacíamos con estos dos hermanos durante ese año. Sabíamos, como saben muchos de ustedes, que si esos chicos van a los lugares horribles donde van, durante ese tiempo van a ser violados, golpeados, lo sabemos. Entonces, ese día que teníamos que decidir, decidimos que como tenían familia, teníamos que apostar a estos dos chicos. Era una apuesta fuertísima, a nosotros nos costaba el cargo. Bueno, esos dos jóvenes fueron a su casa, cuando pasa el año nos volvemos a encontrar y me acuerdo como hoy que nos cruzamos en el pasillo y a uno de ellos no lo reconocí por el cambio que había hecho. Les preguntamos, contaron que habían hecho una radio comunitaria, en un barrio humilde, de donde suelen ser; yo iba escuchando, luego a la asesora de menores y los escuchábamos y nos dábamos cuenta que íbamos a sobreseerlos. Y los sobreseímos porque condenarlos era perverso. Claro que nos preguntamos qué hubiera pasado si nosotros un año antes los hubiésemos mandado a la mugrosa alcaidía, cuál hubiese sido el futuro de esos chicos y cuál el futuro de las víctimas que no fueron víctimas. No sé si esto queda claro, pero cada joven que nosotros maltratamos en un establecimiento mugriento, es un joven que después va a lastimar o a matar a alguien. Así que no sólo estamos protegiendo los derechos de estos jóvenes, sino que también protegemos los derechos de las víctimas que no fueron víctimas.
Sabemos que tenemos una obligación, que las leyes nos obligan a los tres poderes del Estado, y tiene que ver con la seguridad, y hablando de los niños y los jóvenes, de los delitos contra los niños, muchos de esos niños que son víctimas de delito y luego tiene una vida muy desgraciada, y yo me acordaba precisamente de algo que pasó acá hace dos semanas en la Cámara de Diputados, a raíz de un supuesto síntoma de alienación parental, niños que son abusados y como se avanzó en esto hubo una reacción de parte de los abusadores y tomaron el invento de un norteamericano que inventó un síndrome que no existe y que consiste en sostener que los niños mienten porque las madres le lavan el cerebro, cuando sabemos que los niños no pueden mentir en relación a este tipo de experiencias traumáticas. El Congreso nacional ha mostrado su preocupación por el avance de esto que no existe, y por el otro lado tenemos- lamentablemente lo tengo que decir porque es mi obligación- tanto en Brasil como en México ha salido una ley que le da entidad al SAP, y llaman al niño “alienado”, que significa “loco”. Por fortuna en esos países hay gente que piensa distinto.
Vuelvo a la responsabilidad de quien nos toca aplicar la ley, al Poder Judicial, toda esa normativa tiene sentido en la teoría pero le tenemos que dar sentido en la práctica, y la política pública en seguridad tiene que incluir muy especialmente la conciencia de que esos cuerpos, esos cuerpos de seguridad, que en el caso argentino y de otros países de la región, que hace 30 años han colaborado activamente muchos de ellos en delitos de lesa humanidad, tengan la renovación que tienen que tener para que cuando se los felicite sea efectivamente por hacer un trabajo maravilloso, para que el desubicado no sea el policía que denuncia que su compañero torturó, que el desubicado sea el que tortura o el que pide una coima. Entonces vamos a poder estar mejor. Soy optimista, aunque nos haya llevado más de 30 años.»