23 de febrero de 2024
Por Paula González Velásquez
¿Alguna vez oíste hablar de la desertificación? Es la degradación del suelo en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas, es originada por diversos factores, entre ellos físicos, biológicos, políticos, sociales, culturales y económicos. La deforestación, la minería, el sobrepastoreo, los incendios y el uso petrolero provocan que el suelo pierda la protección que genera la vegetación y éste quede expuesto a la erosión. Otro factor importante son las prácticas agrícolas no sostenibles, como los monocultivos, que no dan tiempo a los suelos para que regeneren sus nutrientes y propiedades que necesitan las plantas.
Como consecuencia de la desertificación los suelos dejan de ser cultivables, por lo que se dispone de menos alimentos para la población, y esto se relaciona con la pobreza, la salud, la desnutrición, la seguridad alimentaria y la migración. Al modificarse el hábitat, se pierden especies vegetales y animales, lo que se traduce en pérdida de biodiversidad. Por otro lado, el suelo, al perder su cobertura vegetal que lo protegía de las inclemencias climáticas, comienza a erosionarse. Las precipitaciones copiosas provocan que el agua no pueda retenerse, por lo que se forman torrentes, desprendimientos, corrimientos de tierra, inundaciones y numerosas pérdidas personales y materiales.
Después de leer todo esto te preguntarás si nosotros podemos hacer algo para solucionar o revertir este problema, y la respuesta es: SÍ. Podemos programar actividades de reforestación, en nuestra zona diversas organizaciones se unen para aportar su granito de arena. Podemos rotar los cultivos para darle el tiempo necesario al suelo para que se recupere y pueda recibir la siguiente cosecha. Podemos optar por compostar en nuestras casas o utilizar compost natural para nuestros cultivos. Y algo que probablemente uno no relacione con esto: podemos cambiar nuestros hábitos de consumo, reciclar, comprar local, usar menos plástico, consumir menos energía eléctrica, cuidar el agua, son acciones que nos ayudarán a mitigar los efectos negativos que le generamos al ambiente.
Desde la Defensoría del Pueblo de Bariloche creemos firmemente que la educación ambiental es una herramienta poderosa y generadora de cambios, por eso apostamos a ella, capacitando al personal y ahora difundiendo estos conocimientos. Es importante que recordemos que todos podemos ayudar desde nuestro lugar.